viernes, 7 de mayo de 2010

Estefanía Coronado Guzmán.
…Vivir en un sueño…
Entre sol, playa, brisa y arena, todo ante nuestros ojos es simplemente genial. La claridad del día, nos hace sentir relajados, tan dueños del mundo, que hasta se nos olvidan nuestros compromisos, preocupaciones y demás cosas que hacen que nuestro diario vivir se torne más complejo, cohibiéndonos de disfrutar los verdaderos placeres de la vida.
Como dice la canción “En el mar la vida es más sabrosa, en el mar te quiero mucho más” y es que parece que en el mar, los conflictos desaparecen o por lo menos se hacen más livianos, las malas energías se liberan y nuestra sonrisa sale a relucir ante la mirada de los demás. La mirada también cambia, brilla más y cada parpadeo se vuelve un reto, pues no queremos dejar de admirar la realidad que estamos viviendo.
Todas éstas sensaciones se viven frente a un hermoso paisaje, con un clima cálido como lo tiene San Andrés y Providencia, a veces me pregunto, ¿Cómo un Colombiano, puede conocer un lugar internacional, antes de haber conocido su propia tierra? Raro, pero cierto; mucha gente prefiere salir a conocer otros lugares, teniendo a dos horas de vuelo, un paraíso.
Un mar de siete colores cristalinos, palmeras a todo dar, arquitecturas coloridas, exquisita gastronomía y un ambiente al son del Caribe Colombiano, son pequeñas características de las Islas de San Andrés y Providencia, sumándole la excelente atención de su gente.
Mientras pasas esos días de ensueño en las Islas de San Andrés, no necesitas más que un traje de baño y ganas de gozar, de resto todo te lo brinda la hermosa madre tierra, esa a la qué a diario maltratamos con nuestras manos y que ahora se está cobrando uno a uno nuestros malos actos. Por ahora, sólo nos queda disfrutar de lo que aún tenemos, porque probablemente, nuestras próximas generaciones, no podrán hacerlo y seremos nosotros quienes tendremos que contarles cómo eran los lugares exóticos antes.
Si te gusta la tranquilidad, sentir que vives en un mundo irreal o simplemente quieres salir de la rutina y despejar la mente, sanamente, es una buena opción salir del lugar de dónde vives. En el 2005, mi familia y yo, visitamos éstas islas y realmente, los lazos de amistad se hicieron más fuertes, mejoraron las relaciones y aquellas tensiones que existían, fueron cortadas de raíz.
“Esto es cómo volver a empezar una vida, siento los músculos relajados y tengo paz interior”, dice mi madre, Jacqueline. Los días pasan rápidos, pero las emociones son duraderas y el recuerdo infinito. Al final, lo que queda es una serenidad y en la mente imágenes que no se podrán borrar, es algo con lo que vivirás para toda tu vida.
El arte también está presente en éste rincón colombiano, por las noches en algunos hoteles de la Isla, realizan shows familiares de danzas, obras de teatro, chistes y demás actividades que recrean el ambiente y lo hacen cada vez más emocionante. Saber que esa gente, prepara un show cada noche para ti, es magnífico porque sientes que tú visita es importante, y que ellos la valoran y dan lo mejor de sí, para que nosotros también los tengamos en nuestro recuerdo.
Cuando estamos en éste lugar, queremos alargar las horas, “Ojalá el día durara más, para contemplar más la belleza de la claridad y la transparencia del agua”, dice mi hermana Grace, recordando aquellas vacaciones en San Andrés. También recuerda que, el día que teníamos que retornar, sus pies no querían dar un paso hacia el taxi, que nos dirigía al aeropuerto.
Al despertar, las mañanas no son iguales a las demás, allá te levantas con ánimos de salir a ver con que te vas a encontrar hoy, que cosas vas a conocer. El sol, ilumina suavemente tu habitación y te impulsa a salir a probar ese delicioso desayuno que a diario el San Andresano brinda. Ese bello lugar, se hace recordar con cualquier mínimo detalle.
Por otro lado, encontramos también el ambiente nocturno, la música reggae es la que más de destaca, pero todo se vale, ya que estamos saliendo de la rutina, ¿Por qué no escuchar algo de música diferente a la que estamos acostumbrados a oír? Resulta atractivo, dejar a un lado el acordeón o el bum bum del reggaetón, para escuchar algo de Bob Marley. Seguramente para algunos, ésta música les recordará otros tiempos, por ejemplo a mi papá, quién dice “Me siento en otra época, en la hippie”; pues es común que cuando entres a un bar de San Andrés, te den la bienvenida con un sombrero de rastas y una simulación de un tabaco de marihuana.
Experiencias que nunca se olvidan y que en cada viaje cambian las emociones y nacen nuevas anécdotas para contar, uno no se cansa de admirar cuan bella es la naturaleza y la impresión que causa en nosotros. Por eso debemos cuidarla, a ver si nuestros nietos o bisnietos, alcanzan a sentir algo de lo que sentimos nosotros en ésta experiencia de viaje.

1 comentario:

  1. Sigue sin gustarme el uso que a veces le das a la segunda persona narrativa (te, te). Por fortuna, pasaste de la mirada panorámica a las voces particulares que humanizaron esta crónica de lugar. Tienes 44

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