Por: Andrea Vivero
Son las 7:30 p.m. y el maquillaje de un día entero de trabajo se mantiene intacto, los ojos brillan del sueño y un bostezo interrumpe la monotonía. La tasa de café todavía esta tibia y un sorbo es el impulso de un día que todavía no se termina. Entra una mujer con tallo largo y un uniforme blanco que le quedaba estrecho en la cintura. “¿Quien sigue doctora?” – dice esta eficiente mujer que cumple el papel de secretaria, quien con un porte distinto a quien mencionamos primero todavía retrata la vanidad que toda mujer lleva por dentro. “Que siga Juliana Vives por favor…” vuelve y toma un sorbo de café, bosteza y se rasca los ojos como reflejo de todo ese cansancio que ha sido acumulado por un largo y fuerte día de trabajo. El lápiz se riega. Lo nota por una pequeña mancha negra en sus dedos y con el reflejo del computador se limpia.
Tocan a la puerta, “pase” responde la doctora y un pequeño cuerpo asoma su cabeza por el marco de la puerta, cachetes rosados, grandes ojos y una sonrisa que dejaba ver los dos dientes que faltaban. La pequeña niña sigue y un suspiro de ternura interrumpe el silencio. “Mami, mami ¿puedo jugar?” se para inmediatamente y su atención se pierde en el gran y peludo oso de peluche que refleja la personalidad de esta pequeña criatura. ¿Usted es la madre? – pregunta la doctora, ¿si soy yo, que se le hace raro?, la doctora la mira de pies a cabeza, falda corta, camisa escotada, cabello largo y mucho maquillaje en sus mejillas… “no nada, solo que yo también lo soy y no me veo así… de joven por supuesto” risas irónicas tornaron el ambiente un tanto tenso pero la consulta abrió la conversación a un campo más profesional. ¿Cuénteme que comportamientos presenta la niña?, la mujer hablaba y le contaba los problemas de la pequeña, comportamientos en el colegio, actitudes con sus compañeros, pataletas en la casa y un sin número de razones por las cuales aunque suenen extrañas se encontraba ese día visitándola en la consulta. La boca solo se abría y cerraba y el maquillaje pareciera que estuviese tatuado en su cara, las pestañas no se movían y el lápiz labial rojo intenso distraía la atención. Los golpes del lapicero parecían el refugio a tan escandalosa figura, “perdón, ¿Cuántos años tiene la niña? Inquieta, pregunta. ¿Qué tan joven cree que soy? La doctora se asombra por la respuesta de la madre de su pacientica y un con una sonrisa fingida da a entender no interesarle sino que es necesaria para comprender su sintomatología, la madre suelta una carcajada y disimula su indirecta a tantas miradas… pide un baño y se levanta con la falda casi encima de la espalda.
La pequeña agachada sigue con la mirada el voluptuoso cuerpo de su madre, enseguida mira a la doctora y sonríe. ¿Cuántos años tiene tu mami? Pregunta y aprovecha para saciar su curiosidad, “no lo sé, nunca le he preguntado” al rato, la mujer de grandes pechos sale del baño, se sienta, acomoda su cabello y prosigue. La doctora pareciera aún no escuchar, la intriga la mataba y no podía emitir ningún tipo de diagnostico.
Después de un rato a la madre pareciera que se le requebrara la voz. Se detuvo un instante, seguramente porque ella si era consciente de lo que le atormentaba a su hija, no era un déficit de atención y mucho menos un caso de hiperactividad, lo que su “chiquita” como ella la solía nombrar tenia, era el reflejo de lo que en su casa veía…
Más tarde no pudo evitar soltar el llanto y la doctora sin saber que hacer solo le pasó un pedazo de pañuelo que le había sobrado de una gripa pasada. Preguntó que le sucedía, pero la madre solo sollozaba, la pequeña corrió a sus brazos y la abrazó fuertemente. El maquillaje empezó a correrse, los pómulos se tornaron verdosos y las sombras dejaron a la luz lo que tras ellas se escondían, la mujer bajó a la niña de sus piernas y la mando a jugar fuera del consultorio, al parecer toda esa belleza era una simple fachada, todos los problemas estaban ligados a ella, a una historia donde la belleza solo es un lugar donde esconderse.
martes, 11 de mayo de 2010
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Muy bien manejada la descripción, y las escenas. Tienes algunas fallas ortográficas y faltan las fotos. Tienes 4,4
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