jueves, 6 de mayo de 2010

“Como las 4 Etapas de la Vida”


Muy pocas veces nos detenemos a observar lo que nos rodea. Vivimos tan ocupados en nuestro propio mundo donde prima, el yo primero, yo segundo, y yo tercero y todo lo que está a nuestro alrededor no es indiferente, incluso llegamos a poner a Dios en un segundo plano. Así era yo, día a día me preocupaba solo por mis cosas, y buscaba llenar ese vacío con el que todos nacemos y que buscamos llenar con aquellas cosas que nos dan una felicidad momentánea, más bien llamémosla una felicidad a corto plazo, y me tomo un buen tiempo darme cuenta que el único que podía llenar ese vacío era Dios. Desde ese día empecé a darme cuenta de mucha cómo la belleza de la naturaleza, la belleza con la que ese creador hizo cada cosa perfectamente bella.

Siempre había visto fotos de como se ven los paisajes en cada estación del año mas nunca las pude vivir hasta que viví fuera de Colombia, ya que su cercanía con la línea ecuatorial no permite que estos cambios sean tan obvios como los son en otros lugares del mundo. Para mí esto era algo único todos quedaban sorprendidos cuando les decía que nunca de niña jugué en la nieve, que para mi la primavera y el otoño eran inexistentes, solo conocía de un verano eterno, y de un invierno donde la temperatura no bajaba pero solo traía lluvias y humedad. Nunca olvidare el dio que empecé ver las hojas caer, mucho menos el primer copo de nieve que caía danzando su recorrido cayó sobre mi lengua, y que con la nieve se viene el frio insoportable y después de tantos meses de frio y de arboles sin vida ver la primera flor crecer en el primer día de la primavera. tantas cosas pasaban por mi mente mientras viví todo esto, siendo una de las cosas que me llevan a decirle a Dios lo grande y maravillosa que son sus cosas.

Entra la primavera, las flores crecen, los árboles dan frutos, los pájaros cantan, vemos mariposas, es como un amanecer, como un nuevo aire como el comienzo de un ciclo. Es como la niña enamorada que espera por un nuevo comienzo al lado de su príncipe azul. Es nuevo aliento, nueva vida, vida que brota de cenizas, criatura que sale del vientre de su madre. Un nuevo comienzo, un nuevo aire, un nuevo aliento, así es la primavera.

Luego llega el verano, el sol calienta y toma un amarillo vivo que resplandece sobre las aguas de los ríos y los mares. Ver el amanecer o el atardecer frente al mar, como el sol se refleja en el, los pájaros vuelan en lo alto del cielo, es un tiempo de risas, de compartir es la juventud. Bello verano, joven que le gusta gozar de la vida. No en vano el sol se duerme tarde por estar parrandeando y cansado de tal ritmo de vida de vivir y gozar de las tardes horas de las que se reserva en invierno da vueltas en su cama y si no es por el cantar del gallo este se quedaría ocultado.


Un poco más grande, frío y maduro es el otoño, siendo así la estación más bella de todas. Los árboles cambian, de ser niños y jóvenes pasan a la madurez. Si bien en el verano hojas verdes con mucha vida, uniforme tan parecidas entre si como los jóvenes que comparten ideologías, ya al madurar cada una toma su forma, su color, y con el pasar de los meses se independiza del árbol quedando así a su suerte. Naranjas, rojos, marrones y amarillos colores diferentes, colores un poco fríos que hacen del recorrer de un bosque un interesante camino, ya el sol se oculta un poco antes para así poder madrugar y salir a trabajar. La temperatura empieza a bajar y la tierra da las frutas que solo en esta época y clima se cultivan. Es así como el ciclo que el Creador ha establecido empieza a preparase para su fin, día tras día se ve hojas que caen, los animales se ocultan y una taza de café y un buen libro junto a la chimenea es la nueva rutina.

Cae la ultima hoja, es la última etapa de la vida, pero aun así los más asombroso de esta época no es ni el frió, ni la falta del sol brillante que ya se pierde temprano. Es más bien esa belleza de la vejez que a pesar de ser una época dura donde ya se está agotando, hay una suavidad y ternura que solo esta nos brinda. Con ella viene también la nieve, blanca y perfecta, que cada copo que cae esté bien estructurado, es tan perfecto, tan curioso, llena de fascinación con solo verlo, con sentirlo, con tocarlo. Es tan pura y brinda algo de luz en medio de esa oscuridad, solo que hay que saber tratarla porque así como te brinda una sonrisa, te abre los ojos y te hace ver los obstáculos de la vida, y aun así su belleza no sigue fascinando porque nunca pierde su esencia, su pureza su blancura.

Junto con el invierno llega también la navidad época de dar sin esperar a cambio. Es el tiempo de recordar que el hijo de nuestro creador nació, y con el nació la esperanza de un nuevo amanecer, trajo cambio y arrepentimiento acordándonos de su padre, nuestro padre, quien creó todo, quien lo hizo perfecto, lo hizo bello, y que por libre albedrío el hombre transformo y la esencia de esa belleza pura se transformo mas en unas reglas estéticas, que Dios no estableció sino el hombre. Y sin embargo todavía están las estaciones, y sin embargo ante Dios somos su creación divina, y aunque como las estaciones cambian lo que vemos en la naturaleza así cambia nuestro cuerpo más nunca perdemos nuestra esencia. Así es la belleza, una belleza que vivimos por épocas cada una preservando sus propias características que solo encontramos en ellas.

1 comentario:

  1. Ya sabes que uno se da cuenta de que, y por haber olvidado eso, te va a costar en la nota. Palabras como "olvidaré" y "árboles" lleva tilde, lo mismo que varias otras dentro del texto. La palabra "frió" es corrrección del computador, que no diferencia "última" de "ultima", y así, varias bellezas más. La época no es un lugar, así que el "donde" en inadecuado. Por otro lado, el texto es una hermosa reflexión, pero no aterriza en una crónica, como debió ser. Tienes 2,0

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