Belleza
Alexandra Oliveros
Periodismo IV
Podemos escribir sobre belleza miles de cosas, cosas que tal vez para unos sean bellas realmente y que para otros de pronto no.
Luego de 9 meses de espera por fin llega el día. El 13 de agosto los gritos y el dolor se únen parece mentira que después de tantas incomodidades y malestares ésto sea lo que de paso a la alegría mas grande que puede tener una mujer, sí el ser madre. Es ése momento en que una mujer vive con intensidad cada momento que representará una vida llena de alegrias, satisfacciones pero también llena de sacrificios y dolor, es cierto que nada en la vida es perfecto, pero de eso se trata hacerlo parecer perfecto y saber seguir con lo que esto implica.
Cada etapa de la vida viene con su propio reto y los hijos aveces no estamos suficientemente preparado para asumir ése duelo. Es donde fallamos en nuestros intentos y nos duele pero le duele más a nuestras madres que son las que nos ven caer y aveces no levantarnos.
Nací hace exactamente 18 años y 8 meses, en ése tiempo no sabía lo que era la vida y mucho menos como mantenerme en pie durante los años que iba a vivir al pasar el tiempo poco a poco fui aclarando mis metas y el camino se hacía cada vez más claro. Han sido muchas las experiencias vividas y muchos los momentos en los que me he rendido y pienso que no podré seguir pero mi mamá llega en ese preciso instante en que pienso que no lo podré lograr y me hace sentir capaz no se la verdad cómo hace para llegar justo en el momento en el que mas la necesito, pero está justo ahí, es que sea lo que sea yo no puedo sentir más de lo que ella siente por mi y por lo que me pasa.
El tiempo ha pasado y las arrugas hablan de la experiencia que ella tiene y me quiere enseñar para no cometer los mismos errores y a la vez me indíca el camino que debo tomar cuando no se que debo hacer.
No sólo es mi mamá, son las miles de madres que sienten por sus hijos y que siempre le dan gracias a Dios por ser madres. Son experiencias que no son fáciles de describir y emociones que no son sencillas para explicar.
Pero es así el amor en éste caso es mútuo e inmedible, en momentos no damos nada y nos dan hasta lo que menos pensamos es ahí en que la belleza de los sentimientos se reflejan en todo lo que hacemos.
En las tardes cuando el sol se está ocultando y la brisa es más fría, suelo tener esas largar conversaciones con mi mamá, mientras hablamos de todo lo que hicimos en el día, nos reímos y recordamos viejas anegdotas es cómo si nos únieramos en un mismo sentir, el de madre e hija.
Los abrazos, los momentos compratidos la intensidad de cada momento refleja lo se ha construido en todo éste tiempo, las cosas malas también son parte de ésto.
La belleza no sólo hace parte del físico de una mujer, en éste caso consiste el una demostración de la que casi habla no por temor ni mucho menos, sólo que tal vez esto no tenga tanta relevancia en una persona como en mí.
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Me parece una reflexión válida y muy chévere acerca del hecho de ser madre, pero no le veo cara de crónica. Califico con 2,5 por poner algo que no sea tan malo.
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