jueves, 13 de mayo de 2010

El problema es la solución.

Dos semanas después de aquel altercado, recibió en casa la visita del palabrero. La prioridad en aquel momento era solucionar el conflicto en el que se había visto involucrado. Aquella noche en medio de tragos y junto algunos amigos, agredió a uno de sus acompañantes, dejándolo gravemente herido. Nadie recuerda con exactitud porque terminaron las cosas en ese punto, puesto que todos los presentes se encontraban en alto grado de alicoramiento.

Su nombre Carlos, alto, acuerpado y moreno de unos 30 años, e indígena wayuu. En ésta comunidad, por tradición quien resuelve los problemas familiares e intrafamiliares es el palabrero, al que algunos comparan con un abogado para los alijuna (no wayuu), el palabrero no es más que aquella persona que interviene por una de las partes implicadas y que busca que ambos lados superen el inconveniente presentado. En su condición de conocedor de la ley wayuu.

Lo único que se ha tejido de aquella noche se debe a los escuetos testimonios de los presentes, quienes recrean el hecho en la plaza de Uribia. Ya había pasado la media noche. Estaban en una cantina solitaria, al igual que la plaza en ese momento, la música provenía de un equipo de sonido agotado. Del grupo dos estaban a punto de dejar caer su cabeza sobre el pecho. Eran siete, Carlos se levantó de su silla, se dirigió hacia al frente, arrastrando sus pies sobre el piso de cemento. Fue en busca de la botella de old parr, Marcos era quien sostenía la botella, lo hacía como podía, pero lo que tenía bien claro, era que no quería entregarla.

La familia de Marcos (parte afectada) busca un palabrero, en el que confía plenamente, cómo para dejar en sus manos un problema con éste. Lo mandan a buscar y éste llega a la casa de la familia, quien afronta la situación es el tío materno, por ser de la parte húmeda, (lado materno), así que es quien responde o da la cara en medio de un problema. La situación fue comentada al palabrero, quien exigió un testigo locuaz de la situación, para fortuna, sí había uno, el cantinero, pero sólo presenció desde el momento en que Carlos pedía la botella.

“Ellos forcejearon, el muchacho no soltaba la botella y el otro se molesto rapidito”.
Carlos se fue encima de Marcos, ambos cayeron al piso. La botella se partió, pedazos de vidrio se incrustaron en la mano de Marcos, quien aún con fuerza sostenía en su mano lo que quedaba de la botella, a lo mejor ni siquiera era consciente de que estaba partida. Su fuerza sólo estaba en su mano, era mucho más delgado y bajo que Carlos así que tenía las de perder.

Un pedazo mediano de vidrio estaba en punta sobre el piso y justo hasta ese espacio Carlos llevó la cabeza de Marcos. El día después del problema Carlos se encontraba asustado, no quería que su familia se enterara, pero como todo pueblo pequeño, las historias se pasean por las calles, sin encontrar peaje alguno.
A las dos semanas llegó el palabrero a casa de Carlos. – Buenas, yo vengo de parte de la familia de Marcos y vengo a traer la palabra, ¿está el tío de Carlos? –
- Sí, ya se lo llamo, contesto Yilisam, prima de Carlos-.

Se reunieron en el patio, el palabrero le contó al tío de Carlos, la situación vivida por la familia de Marcos y lo que ellos estaban pidiendo para arreglar el problema. Acá el problema es la solución al mismo, en la medida que la situación determina el pago y la manera como se aborde por el palabrero. En total 15 chivos, un collar y dos millones de pesos. Los chivos son los animales del territorio, comida. Los collares representan una joya que cobra mucha relevancia en estas personas y debe ser hecho por la misma familia y el dinero cubre los gastos que la familia invirtió en el herido.

El momento en que cada familia se reúne para acordar el pago de lo exigido y mientras se trabaja para conseguirlo, es equivalente al dolor que puede sentir un alijuna (no wayuu), si cae preso. Para los wayuú no es cuestión de darle un valor económico a cada incidente, acá lo que vale es el hecho de desprenderse de algo que tiene valor para cada familia. En caso tal que la familia del agresor no éste de acuerdo con el monto, el palabrero interviene y plantea situaciones, aludiendo a su carácter de responsabilidad, justicia e interés por llegar a un acuerdo entre las partes, persuade, convence, raciona y busca insistentemente llegar a un consenso.

Después de llegar al acuerdo del monto, se fija la fecha, la cual varía dependiendo de la cantidad, puede ir de semanas, meses o años. Acá lo que vale es el valor de la palabra, en el sentido que ésta adquiere un valor de compromiso, y si existe uno de realizar un pago en determinado momento, la familia está en la obligación de cancelarlo, de lo contrario perderá la autoridad moral en la comunidad para reclamar si llega a verse afectada en otra ocasión.

Todo el proceso de significados, el ir, llevar la palabra, el acuerdo y el pago, cobran fuerza en el sentido que a través de la figura del palabrero, se toman de la mano para dejar de lado un problema, aquellos que pueden ir desde muertos, violaciones, robos y agresiones. El diálogo o la palabra en todo su esplendor a través del palabrero, hombre que trabaja la palabra toma la forma de fuerza conciliadora, para que así la idea de paz y tranquilidad ronde en los wayuu.


Sara Hernández C.

1 comentario:

  1. Interesante el toque dado a esta historia sobre los palabreros. Por momentos, un poco enredadita, pero buena en términos generales: 4,4

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