jueves, 6 de mayo de 2010

Un simple grano de arena

Un simple grano de arena

Cuando cogemos en nuestras manos un puñado de arena de la orilla de un mar podemos ver diminutos pedazos de oro y otras partículas. Son partículas que expresan la belleza de la natulareza. Alrededor del mundo existen diferentes tipos de arena, con formas diferentes, colores diferentes y texturas diferentes. En mi caso cuando miré la arena de las orillas del parque natural Tayrona, cuando la tomé entre mis manos y la miré fijamente, me di cuenta cuan bello puede ser un simple grano de arena.

La naturaleza es tan perfecta y tan extensa que sólo conocemos el 8% de las especies alrededor del mundo. Ningún animal ni planta fue hecha por salir del paso. Desde los colores que mueren con el sol todos los días en un atardecer al animal más raro e inteligente del mar nos descrestan con su belleza. Admirar la naturaleza y recrear la vista con ésta, trae cierta paz a mi corazón, y precisamente fue eso lo que sentí al comenzar a caminar entre los árboles para llegar a la primera playa en el parque Tayrona.

Caminando entre los árboles me sentía en una película al escuchar todo tipo de sonidos de la naturaleza. Dejaba de caminar para estar en completo silencio para escuchar la canción de la creación. Pájaros que cantaban, hojas que se movían, y otros miles de animales que tal vez mis oídos no alcanzaban a escuchar, se comunicaban entre sí. Trataba de capturar con mi cámara lo que mis ojos veían pero era imposible retratar exactamente lo que mi vista estaba viviendo. Observaba a mi alrededor siempre buscando algo que admirar, algo que detallar. Como si estuviese explorando un mundo desconocido examinaba cada movimiento y cada color que resaltaba. Los sonidos, aunque sin partitura, eran totalmente melodiosos, y le ganaban a los sonidos del tráfico barranquillero.

Llegando a la playa mi mente viaja a otra época y de repente me siento en medio de dinosaurios. En medio de las olas azul cristalino que llegan a la orilla vemos como gigantescas rocas decidieron vivir allí. Rocas gigantes partidas por la mitad me hacen pensar en huevos de dinosaurios. He visto edificios grandes pero esas rocas definitivamente no parecían de este planeta, ni de esta época. En el mar tan brillante como el sol vemos todos los verdes y azules existentes sobre la faz de la tierra. Así que por primera vez veo colores jamás vistos, y según yo, huevos gigantes de dinosaurios.
Estamos tan acostumbrados a la cuidad que todo este panorama natural nos hace sentir en otro planeta. Acostumbrados a playas marrones y normales nos sorprende poder ver pescados nadando al lado de nosotros. Finalmente sentada en la orilla del mar veo como a lo lejos se junta el cielo con el mar fundiéndose en el mismo azul. Con mis pies descalzos enterrados en la arena juego con la arena de mi mano, y al mirarla con estilo investigador todavía, hago el mayor descubrimiento.

Al tener en mis manos incontables granos de arena me doy cuenta que el término grano de arena es muy general para lo que yo estaba observando. Cada grano único e incomparable que decoraba mi mano brillaba con luz propia ante mis ojos. Entonces empiezo a preguntarme de donde salieron y como se crearon esos granos de arena. Hay negros, marrones, ocres, dorados, todos diferentes y hermosos individualmente. Llevan años existiendo y años viajando por el mundo. Tal vez alguien que yo conozco tocó ese mismo grano de arena. Tal vez algún familiar lejano que nunca conocí toco ese mismo grano de arena. Tal vez algún enemigo o enamorado toco ese mismo grano de arena. Y tal vez ninguno vió lo que yo vi en él.

Nunca me había hecho tantas preguntas sobre algo tan pequeño. No sabía si ese grano de arena alguna vez fue parte de un huevo de dinosaurio o si tal vez antes de estar en la orilla se encontraba en el lugar más profundo del océano. No sabía si ese grano de arena había presenciado el hundimiento del Titanic o si ni siquiera era parte de este mundo y era una partícula de algún meteoro que calló. Lo que sí sabía era que era totalmente hermoso y que ese grano de arena y yo nos parecíamos en algo. El hacía parte de una orilla y yo hacía parte de la raza humana. Los dos éramos uno en multitudes, y yo precisamente estaba del lado de la multitud que estaba acabando con ese grano de arena. Esa multitud que hace parte de un acto de suicidio que cada vez está más cerca. Acabamos con la naturaleza y acabamos con nosotros mismos. Así como ese simple grano de arena me impactó tanto, yo un simple ser humano puedo afectar a la naturaleza. Y lo más triste es que por millones de años hemos estado afectándola y matándola.

En La Biblia dice que desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno, poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que Él creó, de modo que nadie tiene excusa.

Y yo en ese grano de arena vi a Dios.

1 comentario:

  1. Como uno "se da cuenta de que", ya eso te baja nota, porque a estas alturas, ese error debe estar superado.
    Interesante la reflexión sobre el grano de arena, pero se me antoja un tanto forzada.
    Tienes 3,4

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