Parece increíble a veces... Viejos ritmos de jazz resuenan en los oídos, cargados de melodías que transportan al más sublime significado de libertad, y mientras estos oídos y la mente que los acompaña van dejándose contagiar por esa magia, saltan preguntas al aire como: ¿cómo no pude verlo antes?
Estos mismos oídos, contagiados constantemente por ritmos musicales y dejados llevar por inmensidades de ricos sonidos, nunca antes habían valorado estos acordes que el jazz ofrece. Quizás, por la carencia de reconocimiento de este género en nuestros días... Quizás, por la falta de conocimiento de su más íntegro significado... Quizás, por la ignorancia de conocer su esencia.
Cada nota, cada solo de instrumento, cada combinación de estas tonalidades con increíbles voces que intensifican su más profundo sentir a través de inigualables líricas, construyen piezas brillantes que pueden llevar a la más grande felicidad, como a la más inmensa nostalgia... Y es precisamente eso lo que mueve a los sentidos: la magia del jazz.
Y además de esta magia que contagia, el jazz va más allá de sus excelentes melodías... Lleva consigo símobolos de libertad, símbolos de esperanzas a una vida mejor, símbolos de una añoranza al cambio. Basta con escuchar y dejarse llevar por las melodías de "Black, Brown and Beige" de Duke Ellington para sentir los dolores y añoranzas de una entera comunidad.
El jazz fue creado y evolucionado en momentos extremadamente dificiles y dolorosos. Los negros americanos sufrían día tras día, viviendo los intolerantes tratos y despectivas acciones de una sociedad que desde el primer momento, los consideraban como pulgas en su territorio. Vivían en terrenos ajenos a la libertad y a la aceptación. Pero a pesar de este contexto que tuvieron que soportar, nunca perdieron los sueños y las ganas de vivir.
El jazz resurge como elemento de autonomía, de libre expresión. Músicos tocaban en bares como si fuese el último día y asistentes soñaban despiertos deleitándose de su música predilecta. Hasta blancos se incluían en este festín de cada noche. El jazz trascendió fronteras y llegó hasta rincones parisinos y alemanes, por mencionar sólo unos pocos. Y en medio de cada nueva frontera que cruzaba, iba alimentando esos deseos de libertad que compartía cada ser humano que atravesara las duras sombras de la guerra.
A pesar de que los nazis quisieran silenciar constantemente este género musical, seguía fuerte y en pie, buscando siempre la manera de esquivar los ataques de las mentes alemanas, adaptándose a nuevas formas para poder prevalecer, y lo logró. No pudieron callar al jazz.
Sin embargo, la lucha por la tolerancia de los negros en casa seguía vigente. No era posible que cosas tremendamente indeseables para cualquier ser humano, le siguieran ocurriendo a personas que hayan tenido que pasar por tantas durezas de la vida. Los negros, los mismos que le habían aportado a sociedades enteras su espíritu de liberación y entusiasmo, seguían recibiendo a cambio negaciones de su presencia y marcas despectivas en el pecho como cual oveja al matadero.
De igual forma, cada vez más se hacían más fuertes los gritos de libertad y cada vez más nacían nuevos compositores que le seguían aportando al género que significaba más que sólo excelentes melodías. Tanto así, que en más de 50 décadas después, estos oídos, sin necesidad de una máquina del tiempo, pueden sentir casi de igual manera las añoranzas de una vida mejor, tal como lo sintieron sus compositores. Con esto, podemos darnos cuenta, que sus gritos de esperanza no fueron en vano y su inigulable magia aún prevalece y cumple su fin.
Por: Melanie Borge Carrillo
Cada nota, cada solo de instrumento, cada combinación de estas tonalidades con increíbles voces que intensifican su más profundo sentir a través de inigualables líricas, construyen piezas brillantes que pueden llevar a la más grande felicidad, como a la más inmensa nostalgia... Y es precisamente eso lo que mueve a los sentidos: la magia del jazz.
Y además de esta magia que contagia, el jazz va más allá de sus excelentes melodías... Lleva consigo símobolos de libertad, símbolos de esperanzas a una vida mejor, símbolos de una añoranza al cambio. Basta con escuchar y dejarse llevar por las melodías de "Black, Brown and Beige" de Duke Ellington para sentir los dolores y añoranzas de una entera comunidad.
El jazz fue creado y evolucionado en momentos extremadamente dificiles y dolorosos. Los negros americanos sufrían día tras día, viviendo los intolerantes tratos y despectivas acciones de una sociedad que desde el primer momento, los consideraban como pulgas en su territorio. Vivían en terrenos ajenos a la libertad y a la aceptación. Pero a pesar de este contexto que tuvieron que soportar, nunca perdieron los sueños y las ganas de vivir.
El jazz resurge como elemento de autonomía, de libre expresión. Músicos tocaban en bares como si fuese el último día y asistentes soñaban despiertos deleitándose de su música predilecta. Hasta blancos se incluían en este festín de cada noche. El jazz trascendió fronteras y llegó hasta rincones parisinos y alemanes, por mencionar sólo unos pocos. Y en medio de cada nueva frontera que cruzaba, iba alimentando esos deseos de libertad que compartía cada ser humano que atravesara las duras sombras de la guerra.
A pesar de que los nazis quisieran silenciar constantemente este género musical, seguía fuerte y en pie, buscando siempre la manera de esquivar los ataques de las mentes alemanas, adaptándose a nuevas formas para poder prevalecer, y lo logró. No pudieron callar al jazz.
Sin embargo, la lucha por la tolerancia de los negros en casa seguía vigente. No era posible que cosas tremendamente indeseables para cualquier ser humano, le siguieran ocurriendo a personas que hayan tenido que pasar por tantas durezas de la vida. Los negros, los mismos que le habían aportado a sociedades enteras su espíritu de liberación y entusiasmo, seguían recibiendo a cambio negaciones de su presencia y marcas despectivas en el pecho como cual oveja al matadero.
De igual forma, cada vez más se hacían más fuertes los gritos de libertad y cada vez más nacían nuevos compositores que le seguían aportando al género que significaba más que sólo excelentes melodías. Tanto así, que en más de 50 décadas después, estos oídos, sin necesidad de una máquina del tiempo, pueden sentir casi de igual manera las añoranzas de una vida mejor, tal como lo sintieron sus compositores. Con esto, podemos darnos cuenta, que sus gritos de esperanza no fueron en vano y su inigulable magia aún prevalece y cumple su fin.
Por: Melanie Borge Carrillo